El reinado de Sancho VI el Sabio en el siglo XII se caracterizará por su intento de reafirmar la identidad, territorialidad e independencia de Navarra, frente a las intentos expansionistas de Castilla y Aragón que ambicionaban repartirse el Reino de Pamplona-Nájera.

Su primera acción en esta reafirmación identitaria será cambiar al reino de nombre, llamándolo Nafarroako Erreinua (nafárroakó erréynu-á) o Reino de Navarra (20). Si bien, desde el siglo IX en que surge el Reino de Pamplona, a sus habitantes comunmente Castillo de Olite (Navarra)se les llamaba navarros y a sus tierras Navarra ( en contraposición con los vascos que estaban bajo la órbita franca que seguían denominándose vascones [ evolucionando esta palabra posteriormente al término gascones ] ), oficialmente no recibirá este nombre hasta el reinado de Sancho el Sabio.

Otra muestra de la reafirmación identitaria de los navarros fue la utilización por primera vez durante el reinado de Sancho VI el Sabio de la expresión lingua navarrorum (lengua de los navarros) para hacer referencia a la lengua vasca en uno de los documentos notariales navarros del año 1167:

"Erit autem talis differencia inter Orti Lehoarriz et Açeari Umea et succesores eorum, quod Orti Lehoarriz faciet ut lingua Nauarrorum dicatur unamaizter et Açezari Umea faciet buruçagui, quem voluerit"

En lo que respecta a la realidad lingüística de Navarra se debe mencionar que en la época medieval coexistían dos comunidades lingüísticas: por un lado la de habla aragonesa (21) extendida en el sur de Navarra durante la dominación musulmana; y por otro lado, la que siguió conservando su lengua prerromana, el euskera.

Si bien el 80-70% de la población navarra era vascoparlante en el siglo XIII, el euskera nunca se utilizó para redactar documentos en la corte navarra. Siguiendo los usos de la época los escritos oficiales se realizaban en latín o en lenguas latinas y, por lo tanto, se realizaron en latín, después en aragonés, posteriormente en castellano y finalmente en gascón. En épocas medievales los ingleses utilizaron el latín o el romance normando del norte de Francia; mientras que entidades políticas alemanas utilizaron la lengua latina o romances italianos para redactar sus documentos.

(20)Navarra: existe una gran controversia en torno a la etimología del topónimo Navarra, éste, al parecer, podría proceder de la forma vasca antigua Nabarri*, adaptándose al romance como Navarre y evolucionando finalmente a Navarra. El topónimo vasco Nabarri* estaría formado por el gentilicio "nabar" (navarro) más "herri" (tierra, país); y, a su vez, el gentilicio "nabar" procedería de la palabra vasca naba (llanura entre montañas"), con lo que Nabarri* significaría "tierra de los navarros" o más exactamente "tierra de los que son de la llanura entre montañas". La forma vasca actual Nafarroa tendría también su origen en el gentilicio antiguo "nabar" (navarro), pero, en vez de añadirle el término "herri" (tierra), como en el caso anterior, se le sufijaría -oa ("zona", "comarca", "tierra") común en la toponimia vasca (Gipuzkoa o Aezkoa [Navarra] ), dando lugar a la denominación Nabarroa* (de uso más reciente que Navarri*) que por influencia fonética en la Edad Media de la lengua aragonesa ( /b/ > /f/ ) acabaría convirtiéndose en el actual Nafarroa. En textos medievales romances es común la vacilación entre /b/, /f/ y /h/, de ahí que a los navarros se les llamase indistintamente "navarros", "nafarros" o "naharros". La lengua española adquirió también la palabra vasca naba y forma parte de su vocabulario desde hace siglos (escrito como nava), con el significado de: "tierra sin árboles y llana, a veces pantanosa, situada generalmente entre montañas".

(21) La lengua aragonesa: gran parte de los territorios que darían lugar al Condado de Aragón y al Reino de Aragón inicial formaron parte de la jurisdicción vascona en la época romana y posteriormente del Ducado de Vasconia. De hecho Aragón es un topónimo vasco que significa "el lugar del valle" ( (h)ara(n) ["valle"] + -on [ "lugar de" ] ).

LEscudo inicial de Navarraos vascones de Aragón, con su caudillo Gartzea "Gaiztoa" (gartséa gaystóa; García "el Malo") al frente, tuvieron vital importancia en el surgimiento del Reino de Pamplona en el siglo IX, al que estarían vinculados los aragoneses iniciales. Estos territorios que conformaron el Condado de Aragón y posteriormente el Reino de Aragón (al desmembrarse el Reino de Pamplona-Nájera de Sancho III "el Mayor" en el siglo XI), al avanzar hacia el sur en la reconquista harían suyos amplios territorios de la marca andalusí, que eran mayoritariamente de lengua románica, lo que conllevará que dentro del Reino de Aragón los hablantes de la lengua de los conquistados superasen en número a la de los conquistadores y que, por tanto, la lengua románica de los nuevos aragoneses pasase a ser la principal del reino, siendo la lengua vasca desplazada a un segundo puesto. Esta lengua románica será la que en el futuro se conocerá con el nombre de lengua aragonesa.

El idioma aragonés surgió de la romanización de los íberos y de los vascones que vivían en el entorno de la antigua ciudad íbera de Salduba, rebautizada por los romanos con el nombre de Caesar Augusta y conocida actualmente con el nombre de Zaragoza (capital actual de Aragón). La lengua aragonesa posee un fuerte sustrato lingüístico vasco, ya que los territorios bajo jurisdicción vascona en la época imperial romana llegaban a 15 Km de Caesar Augusta. Bajo la dominación musulmana, Zaragoza fue una importante ciudad de la marca superior de al-Ándalus teniendo control sobre todos los territorios que más adelante configurarían el Hayibato musulmán de Zaragoza y que harían que la lengua aragonesa se convirtiera en hegemónica en la zona, haciendo desaparecer gradualmente de los antiguos territorios vascones, que quedaron bajo la dominación musulmana, la lengua vasca (noroeste de Aragón, sur de Navarra y La Rioja) a través de un largo proceso de siglos en los que la lengua vasca y la aragonesa convivieron, tal y como se puede apreciar en las Glosas Emilianenses de San Millán de la Cogolla, primera manifestación escrita de la lengua aragonesa así como del euskera medieval, en las que podemos encontrar aclaraciones de los textos tanto en lengua aragonesa como en lengua vasca.

Al contrario de lo que ocurrió con otras lenguas romances de la península, la extensión de esta lengua no se dio únicamente hacia el sur. Se expandió inicialmente hacia la mitad norte de Aragón, a los territorios que conformaron el núcleo inicial del reino, en zonas que hasta época reciente fueron de lengua vasca (se habló euskera en pueblos del noroeste de Aragón hasta el siglo XVIII) y posteriormente hacia el sur, hasta Murcia, a medida que el Reino de Aragón iba conquistando territorios bajo dominio musulmán.

Siguiendo la analogía con el resto de lenguas románicas de la península (gallego, astur-leonés, castellano o catalán) cuya expansión se realizó de norte a sur a través de la reconquista llevada a cabo por los diferentes reinos peninsulares norteños, se ha utilizado la denominación navarro-aragonés para hacer referencia a la lengua aragonesa en la época medieval, algo que desde un punto de vista histórico y filológico es incorrecto. La lengua aragonesa se extendió en La Rioja y sur de Navarra debido a la conquista musulmana y posterior pertenencia de estos territorios al Califato de Córdoba y después al Hayibato musulmán de Zaragoza, por lo que no se puede considerar en su origen propia de Navarra. Fenómenos lingüísticos como la conservación de la efe inicial en el aragonés, y no conversión de esta en hache aspirada, al contrario de lo que ocurre en el castellano y en el gascón, que sí empezaron a hablarse en zonas plenamente vascoparlantes, aleja su origen de Navarra dado que textos del siglo XIV demuestran que familias musulmanas arraigadas en la ribera del Ebro de Navarra seguían siendo de lengua vasca.

Por otro lado, hay que tener en cuenta que la gran mayoría de la población de habla aragonesa comenzó a formar parte del Reino de Navarra cuando los navarros de habla vasca llevaron la reconquista hacia el sur en el siglo XII. Por lo tanto, el surgimiento de la lengua aragonesa se gestó en la marca superior de al-Ándalus y no en el Reino de Navarra o en el inicial Reino de Aragón que eran de lengua vasca.

Evolución medieval del escudo de NavarraEn lo que respecta a la romanización de los vascos de Aragón, la ciudad de Huesca, que se encuentra al norte de Zaragoza y estuvo bajo dominio musulmán, fue un foco romanizador de la zona norte de Aragón, una zona que era únicamente de lengua vasca. De hecho el primer decreto de prohibición de la lengua vasca del que hay constancia es de la ciudad de Huesca y se dio en el año 1349, en el que a los corredores vascófonos de Huesca, que daban carácter legal a las compra-ventas realizadas en su lengua se les obligaba a realizar la compra-venta en aragonés y se les multaba con treinta monedas de oro aragonesas (soles) si lo hacían en vasco. Una ordenanza de prohibición de la lengua vasca en este mercado que según el Archivo Histórico de Huesca estuvo vigente durante tres siglos, lo que da cuenta de la solidez de la comunidad vasca en Aragón y el número de vasco-aragoneses existentes, que ocasionó que se dilatara tanto en el tiempo esta prohibición.

Cuando los navarros llevaron la reconquista hacia la ribera del Ebro en el siglo XII, se encontraron con una población bilingüe en la que el euskera había pasado a ser la segunda lengua de estos antiguos territorios vascones; mientras que la primera lengua había pasado a ser la aragonesa, después de siglos de pertenencia de estos territorios a la marca andalusí. Al contrario de lo que se pensaba hasta época reciente, que la lengua vasca había desaparecido en la ribera del Ebro ya en la época romana, la existencia de textos del siglo XIV en el que aparecen musulmanes de la Aljama de Tudela con nombres árabes y sobrenombres vascos denota que la lengua vasca siguió siendo utilizada en el extremo sur de Navarra durante la dominación visigoda y también durante la pertenencia de estos territorios al Imperio Andalusí.

En el Reino de Navarra, al contrario de lo que ocurre actualmente que la población vascoparlante de Navarra es la bilingüe (habla vasco y español), en aquella época la población de habla romance era la bilingüe, ya que la lengua cotidiana en Navarra, por ejemplo, en su capital, Pamplona, hasta el siglo XVIII, fue la lengua vasca.

La población de habla latina del sur de Navarra dio lugar a la clase de labradores del rey o ruanos, constituyendo en el siglo XIII el principal pilar económico y político del reino navarro siendo comenzada a utilizar su lengua, la aragonesa, para la redacción de los textos oficiales que anteriormente se redactaban únicamente en latín. Durante el gobierno de Navarra por la dinastía francesa de Evreux en el siglo XIV, en la jura del cargo por Carlos II de esta dinastía se utiliza la forma idiomate terre (idioma de la tierra) para hacer referencia al texto de la jura escrito en aragonés; mientras que en la jura de su hijo se utiliza la forma ydiomate Navarre terre (idioma de la tierra de Navarra). Al ser el aragonés una lengua minoritaria en Navarra no recibiría el apelativo de lingua navarrorum (lengua de los navarros) con el que fue designada la lengua vasca en un documento notarial, durante el reinado de Sancho VI el Sabio, en el año 1167.

En la Edad Media además del euskera y el aragonés también se hablaba occitano y francés en el Reino de Navarra. Los occitanos y franceses que vivían en territorio navarro peninsular eran comerciantes de los territorios navarros en Occitania y en Francia traidos por los reyes de Navarra para potenciar económicamente el Camino de Santiago que pasaba por Navarra, siéndoles otorgados grandes privilegios para su asentamiento. Posteriormente al extenderse los privilegios de la corona de Navarra a otras villas acabaron por fundirse con la población de habla vasca.

El escudo de Navarra con las cadenasLa lengua aragonesa, a partir del siglo XIII, fue absorbida paulatinamente por el castellano (aunque sigue hablándose en la provincia de Huesca), convirtiéndose en un dialecto del mismo. Para finales del siglo XIV principios del XV el aragonés desapareció de Navarra como lengua escrita y será sustituida por el castellano.

Posteriormente, en el siglo XVI, el castellano será sustituido por el gascón como lengua oficial de escritura hasta la desaparición del reino navarro en el siglo XVII.

El dialecto castellano-aragonés es hablado actualmente en las zonas que formaron parte del Hayibato musulmán de Zaragoza (sur de Álava fronterizo con La Rioja, sur de Navarra, centro y sur de Aragón, y en parte de La Rioja) y en la zona central de Navarra por expansión hacia el norte del dialecto castellano-aragonés posterior a la conquista de Navarra por Castilla (siglo XVI). También es hablado en parte de Castilla y León, Castilla-La Mancha, País Valenciano y Murcia, fruto de la expansión hacia el sur del Reino de Aragón en la reconquista.

Los navarros sureños o aragoneses castellanoparlantes tienen preferencia por el sistema acentual llano, sobre todo en las palabras esdrújulas (árboles > arboles; pájaro > pajaro). Tal y como ocurre en euskera, tienden a realizar la pronunciación de las palabras que forman parte de una frase en función del sintagma; y no como en español: palabra por palabra, es decir, que cada palabra posee invariablemente una misma pronunciación. Esto hace que en aragonés una palabra pueda variar de pronunciación según su posición dentro del sintagma. En euskera la última sílaba del sintagma siempre es acentuada suavemente (`) ocasionando que en el aragonés la vocal de la última sílaba del sintagma sea larga:

 

Español
Dialecto castellano-aragonés
euskera
Álvaro viene a casa

El Alvaro viene a casa

( el albároo biéne a cásaa )

Albaro etxera dator

(albárò echéra datòr)

 

Los castellanoparlantes, por ejemplo, han perdido la costumbre vasca de la abundante utilización de la palabra "pues" (en vasco: ba ) atestiguada en textos castellanos medievales o conservado en el castellano de América y en pueblos del norte de la provincia de Burgos; los hablantes de dialecto aragonés siguen utilizándolo abundantemente y en los mismos casos en los que normalmente se utiliza hablando en vasco.

Características de la lengua aragonesa:

a) Conserva las sordas intervocálicas latinas p,t,k por influencia del sustrato vasco (pescadero > pescatero), (gangrena > cangrena) o (estado > estato); al igual que en vasco (estado > estatu) o (golpe > kolpe). El castellano, en sus orígenes, compartía este mismo rasgo, pero, al avanzar hacia el sur en la reconquista, introdujo en su sistema fonético la lenición céltica, convirtiendo estas sordas en sonoras (b,d,g). En pueblos del norte de la provincia de Burgos, por ejemplo, es común que en lugar de decir pescadero se siga diciendo pescatero.

b) Sonorización de las sordas posteriores a / l / (alto > aldo) que es común en la fonética vasca:

 

Latín
euskera
Español
Alterare
Aldatu
Cambiar

 

c) La vocal protética ante r- que también se da en vasco:

 

Español
Aragonés
Reir
Arreguir
Relampaguear
Arrelampaguiar

 

Latín
euskera
Español
Rationis
Arrazoi
Razón
Romanicus
Erromaniko
Románico

 

Este rasgo es conservado por el castellano en algunas palabras, por el gascón (río > arriu) y por el dialecto pallarés hablado en la provincia catalana de Lleida, lo que denota el sustrato vasco común:

 

Italiano
Español
Ruga
Arruga
Rancare
Arrancar

 

Catalán
Pallarés
Español
Rebutjar
Arrebutjar
Rechazar

 

d) Caída de -ll- intervocálica > r que puede aproximarse a vasco -l- > -r-: ( aquella > aquera ). Similar evolución fonética se da en el gascón.

e) Evolución de /ea/ a /ia/ (relampaguear>arrelampaguiar) propio de la fonética vasca y que también se manifestaba en el castellano inicial (cartularios de Valpuesta):

 

euskera
euskera dialectal
Español
Gartzea
Gartzia
García

 

f) No posee la evolución f > h común en el sustrato vasco (hoz > foz) lo que denota la importancia del sustrato lingüístico ibérico en el desarrollo del idioma aragonés, ya que la característica más destacada de las lenguas surgidas de la romanización de la población vasca es la desaparición de la efe inicial (o incluso dentro de la palabra en el gascón) y conversión de esta en hache aspirada ocurrida en el castellano o en el dialecto gascón del occitano, lo que denota que el sustrato vasco fue adquirido por el aragonés sobre todo a medida que se iba extendiendo hacia la mitad norte de Aragón hablante de lengua vasca.

Mapa lingüístico de Aragóng) Posee el uso del potencial en las subordinadas condicionales clásico de las zonas con sustrato vasco ("si diría eso" en lugar de "si dijera eso").

La lengua aragonesa posee gran cantidad de vasquismos: muga (frontera), bizcarra (lomo del tejado), abarca (sandalia), arto (zarza; en vasco actualmente significa maíz aunque antiguamente recibió este nombre el mijo) y otros más como aborral, agüerro, anayón, ausín, caparra, carrasca, chandro, chordón, magoría, naya, sabaya, sarrio o sucarrar.

En lo que respecta a la toponimia, el porcentaje de topónimos vascos nos ayuda a conocer el camino que llevó la romanización así como su solidez: Viejo Aragón (70%), Sierra de Guara (50%), Sobrarbe (40%) y Ribagorza (30%).

En la provincia de Huesca doce mil personas siguen hablando la lengua aragonesa, denominada también con el nombre de fabla (significa "habla"). Paradójicamente las zonas en las que más vivamente hoy en día se conserva el aragonés no son las zonas en las que surgió la lengua, sino las zonas en las que se hablaba vasco y se impuso el idioma aragonés; mientras que los territorios en los que surgió la lengua aragonesa actualmente son hablantes de castellano.

El tercer pilar de esta reafirmación identitaria de los navarros durante el reinado de Sancho El Sabio será luchar denodadamente por el mantenimiento de las fronteras navarras establecidas un siglo antes por el testamento de Sancho el Mayor, algo que como podremos comprobar, no consiguieron.

En este siglo, el Reino de Castilla, en aras a poseer los puertos vascos del Cantábrico para poder dar salida a los productos de la meseta y poder comerciar de esta forma con Brujas (Flandes) y otros puertos europeos, aprovechó la debilidad política y económica del Reino de Navarra. Un reino que no pudo seguir expandiéndose hacia el sur en la reconquista al haber quedado encorsetado entre los reinos de Castilla y Aragón.

Razones principalmente estratégicas hacían de La Rioja el objetivo prioritario de las pretensiones castellanas, que lograron imponerse ya desde 1135. Si bien Sancho VI El Sabio, eficientemente, realizó una reestructuración de la maltrecha economía navarra, los intentos de mantener las fronteras de su reino resultaron fallidos y en 1179 hubo de pactar con Castilla un reparto territorial que reducía de forma considerable y definitiva el área de su dominio.

Imagen del siglo XIII de Egilior (Navarra)Vizcaya y La Rioja no volverían a integrarse en el ámbito navarro y pocos años más lograrían mantenerse en él las restantes tierras vascas occidentales. La nueva dirección dominante norte-sur de las relaciones económicas europeas y el matrimonio de Alfonso VIII de Castilla con Leonor de Aquitania (1170) convertían a Álava y Guipúzcoa en el nuevo objetivo prioritario del expansionismo castellano. El hostigamiento se agudiza en los últimos años del siglo: el nuevo tratado castellano-aragonés para el reparto de Navarra acordado en 1198 en Calatayud da paso a la invasión del reino, que la propia desconfianza entre los aliados hizo fracasar. Pero, al año siguiente, el ejército castellano, penetra por Treviño (actualmente enclave burgalés dentro de territorio alavés) y pone cerco y asedio a Vitoria, que se rinde en los primeros días de enero de 1200. El mismo año, en circunstancias difíciles de precisar, el ejército castellano también tomó las tierras de Uda (actual Treviño [Burgos]), Álava, Durango (actualmente en Vizcaya), Guipúzcoa y San Sebastián (actualmente capital de Guipúzcoa), según detallan las crónicas, junto a diversos castillos que guarnecían estos territorios. El rey de Navarra veía reducido su dominio peninsular al territorio que, con pequeñas variaciones posteriores (la pérdida de la Baja Navarra perteneciente actualmente a Francia y territorios alaveses sureños), constituye la actual región de Navarra.

Las Guerras de Bandos. La conquista castellana de Álava y Guipúzcoa. Vizcaya bajo la órbita de Castilla: el primer territorio vasco occidental en dejar de pertenecer al Reino de Navarra fue Vizcaya, ya que en 1179 Sancho el Sabio se vio obligado a pactar la cesión de parte sus territorios a Castilla. Mientras La Rioja era anexionada a la corona castellana, Vizcaya volvía a ser independiente pero bajo la órbita de Castilla, restaurándose el señorío vizcaíno que pasaría a ser gobernado, de nuevo, por la dinastía pro-castellana de los Haro. El territorio alavés fue invadido por Castilla en 1200 y después de 132 años de ocupación fue anexionado a la corona castellana. Y finalmente, en el caso guipuzcoano, sus territorios fueron invadidos y anexionados por Castilla en 1200.

Con la toma de control por parte de Castilla de estas tierras en el siglo XIII se daría comienzo a una de las etapas más convulsas de la historia vasca. Desde este siglo, hasta el XVI, fueron continuas las luchas entre los diferentes bandos que pugnaban por alcanzar el control de las diferentes regiones vascas.

Torre de los Mendoza en Mendiotza (Álava)Los gamboínos y los oñacinos eran las fracciones banderizas que se disputaban el control de las regiones vascas occidentales; siendo disputado este control en Navarra por agramonteses y beaumonteses. Los gamboínos eran leales a la corona de Navarra; los oñacinos, por contra, eran partidarios de la unión de las regiones vascas occidentales a Castilla (si bien estas lealtades a una u otra corona cambiaron algunas veces en función de los intereses de cada fracción).

Oñacino fue el guipuzcoano San Ignacio de Loyola que, antes de hacerse sacerdote, fue soldado y participó en la conquista castellana de Navarra. La familia del patrón de Navarra, San Francisco Javier, por contra, era agramontesa y contraria a la conquista castellana apoyada por los beaumonteses. Este santo era sólo un niño cuando los castellanos invadieron Navarra y, junto con su familia, tuvo que huir de su tierra.

Los oñacinos se convirtieron en muchas ocasiones en la mano derecha de la monarquía castellana. Vemos a un cardenal Mendoza, descendiente de los oñacinos alaveses, que, yendo en contra de la consanguinidad de los futuros reyes católicos, oficia su matrimonio.

La colaboración estrecha de la nobleza vasca occidental con la monarquía castellana irá in crescendo en las décadas siguientes, hasta que en el reinado de Felipe II, durante el apogeo del Imperio Español, en el siglo XVI, los "vizcaínos", que era como se llamaba en la época moderna a los vascos occidentales, riojanos, cántabros orientales y, en menor medida, a los navarros, monopolizan la administración de la corte española y de las colonias del imperio. Existe, durante esta época, una asociación generalizada, históricamente errónea, entre el pueblo vasco, el cántabro y el íbero, considerando la cultura y lengua vascas como las originarias de los españoles; y los fueros vascos como las leyes ancestrales de los españoles, unas leyes que debían ser respetadas y salvaguardadas por la monarquía española como máximo exponente de la españolidad. Los vascos representaban las esencias de España, la España indómita, los cántabros, que nunca pudieron ser conquistados ni por el mismo Imperio Romano, prueba de ello, según las creencias erróneas de la época, el que su milenaria lengua vasca siguiera siendo hablada. La asociación entre lo español y lo vasco llegó a tal extremo que incluso en la genealogía hecha por el cronista real guipuzcoano Esteban de Garibai para el rey Felipe II se le entroncó con los cántabros inconquistos, enlazando la monarquía española con los cántabros de la época romana, queriendo reflejar así una realidad histórica en la que los españoles habían nacido para someter a otros pueblos pero nunca para ser sometidos.

 

Región
Fracción
Sede de la Fracción
Álava
Oñacinos
Mendiotza (Mendoza)
Gamboínos
Gebara (Guevara)
Guipúzcoa
Oñacinos
Lazkao (Lazcano)
Gamboínos
Olaso
Vizcaya
Oñacinos
Muxika-Butroe (Múgica-Butrón)
Gamboínos
Abendaño
Navarra
Beamonteses
Viana
Lerin
Agramonteses
Peralta
Tudela

 

Volviendo al siglo XIII, las continuas luchas entre los bandos oñacino y gamboíno fueron muy violentas y en ellas participaron muchas personas. Los más oprimidos eran, fundamentalmente, los campesinos y los pobladores de las villas.

El surgimiento de los bandos gamboíno y oñacino no ha sido aún definitivamente marcado, difiriendo los historiadores así en la fecha como en las causas que las produjo. Generalmente, se suele establecer el primer cuarto del siglo XIII como la época en la que los nobles y la sociedad vasca en general, se encontraba ya dividida en estos dos bandos, y 1275, como el año en que hubo la primera gran guerra entre ellos.

Torre de los Varona en Villanañe (Álava)Las razones del surgimiento de esta división en la sociedad vasca se suele achacar a dos factores: el factor económico generado por la crisis acaecida en este siglo, así como la polarización generada en la nobleza vasca occidental entre los partidarios y contrarios a dejar de pertenecer a Navarra.

Sobre el momento en que se iniciaron las hostilidades entre los banderizos, las opiniones más coincidentes lo refieren a un hecho acaecido en la iglesia de Ulibarri en Álava:

Era conducido un gran cirio encendido en una gran parihuela con destino a arder durante treinta días consecutivos en la iglesia, y las personas que en procesión lo acompañaban, se dedicaban durante ello a celebrar los sacrificios y oraciones usuales. Estaba siendo conducido el cirio por cuatro personas, cuando subiendo la pendiente de la montaña, se quejaban de cansancio los que iban detrás, y dijeron a sus compañeros: "daruagaz oinaz" (darúagas oñás; conduzcámoslo a brazo, o por lo bajo); a lo que contestaron los que iban delante, y menos cansados: "gaindik bihoa" (gáindi bijóa; llevémoslo en hombros o en alto). Los partidarios de los hombres que dijeron "daruagaz oinaz" dieron lugar al bando oñacino y los que indicaron "gaindik bihoa" al gamboíno. La hostilidad entre ambos bandos empezó, por tanto, en Álava, y pronto pasó a Vizcaya y posteriormente a Guipúzcoa. Cada uno de estos bandos agrupaba un conjunto determinado de linajes dirigidos por un Ahaide Nagusi (aáyde nagúsi, pronunciado en aquella época: ajáyde nagúsi; Pariente Mayor).

La corona castellana, a menudo, se vio desbordada por los acontecimientos, incapaz de poner orden en los territorios arrebatados a Navarra. Fueron tres los pilares de su política en esta zona:

Postularse como garante de la paz: conseguir un equilibrio entre los dos bandos que se disputaban el poder para, por un lado, conseguir pacificar estos territorios en guerra continua de bandos y, a su vez, evitar que los gamboínos tomaran el control, con lo que los territorios vascos occidentales volverían a pertenecer a Navarra. Navarra nunca renunció al País Vasco occidental o Navarra Marítima, considerándose legítima dueña de estas tierras, por lo que alentará rebeliones y apoyará a los gamboínos en aras a recuperar su territorio, pero sus esfuerzos fueron baldíos en contra de los oñacinos y de la poderosa Castilla. Si bien, a lo largo del tiempo, pudo reconquistar parte de La Rioja y territorios orientales de Álava y Guipúzcoa, Castilla no tardó tiempo en recuperarlos.

Casa torre de Loitzaga en Galdames (Vizcaya)Postularse como el progreso para sus ciudadanos: cientos de vizcaínos, guipuzcoanos y alaveses participaron en la repoblación de Castilla, muchos de ellos huyendo de las guerras banderizas, atraídos por las ventajosas ayudas dadas por la corona castellana; para que, de esta forma, los vascos occidentales comenzaran a mirar, más hacia Castilla, que hacia Navarra. Gracias a estas ventajosas prebendas colonos vascos occidentales fundaron poblaciones tan alejadas del País Vasco como La Zubia (del vasco zubia, "el puente") en la provincia de Granada, o Los Urrutias (del vasco urruti, "lejos") en Murcia, en los que la lengua vasca se habló durante varios siglos, conservándose, en estas zonas, apellidos vascos propios de estas tierras. Castilla era y quería postularse como tierra de oportunidades, como posteriormente lo fue América; mientras que Navarra había visto paralizada su expansión económica y territorial.

Postularse como garante de las libertades vascas: Castilla conservó las leyes vascas establecidas en los Fueros y profundizó en éstas, desarrollándose durante esta época la institucionalización del sistema foral vasco, cuya máxima dificultad residió en mantener el equilibrio, entre gamboínos y oñacinos, en los diferentes órganos de gobierno.

Este "encaje de bolillos" que tuvo que hacer Castilla durante tres siglos para poder controlar y pacificar esta zona, no sólo consiguió la pérdida de poder gradual del bando gamboíno, sino también la del bando oñacino, que para los intereses de Castilla, aunque pro-castellanos, era igual de perjudicial, reafirmando de esta manera la autoridad real castellana sobre todos los territorios de Euskadi.

Como uno de los episodios más significativos de la guerra de bandos, tenemos el acaecido en 1435 en Vizcaya. En esta época, ante la imposibilidad de que los dos bandos llegaran a un acuerdo, hubo dos alcaldes en la Villa de Bilbao. Un alcalde oñacino, y el otro, gamboíno. Esta situación irregular duró hasta 1445, en el que el rey de Castilla Juan II y XXII Señor de Vizcaya (1405-1454), nombró un único alcalde, condenando a muerte a los cabecillas de ambos bandos. Las hostilidades entre gamboínos y oñacinos continuaron y terminaron momentáneamente, durante el reinado de Enrique IV y XXIII Señor de Vizcaya (1454-1474). Este rey tuvo que desplazarse personalmente a su señorío en 1457, dirigiendo las Hermandades (agrupaciones de campesinos, habitantes de las villas y algunos hidalgos opuestos a los Parientes Mayores), para pacificarla, destruyendo sus principales fortalezas y desterrando a Castilla o confinando a muchos "Boda de Hidalgos" en Vizcaya de Francisco Blázquez de Mendieta (siglo XVI)de los Parientes Mayores. Así, en 1468, el Concejo de Bilbao destruyó las casas que tenían en la villa algunos banderizos. Entre ellas las de los Abendaño y los Basurto del bando oñacino.

Estas guerras de bandos terminaron definitivamente en el siglo XVI, cuando, con el descubrimiento de América y la conquista castellana de la Navarra peninsular, cambian todos los parámetros económicos y sociales. Los Parientes Mayores pasarán de ser caudillos de las guerras banderizas a formar la nueva burguesía vasca, mercaderes y promotores de la construcción de barcos a las Américas, dándose los primeros pasos al surgimiento de una burguesía asentada en las villas costeras.

En aquella época, en el siglo XIII, Castilla y Aragón no eran solamente territorios de habla latina, también de habla vasca como Navarra y sus habitantes tenían nombres vascos como García (Gartzea), Sancho (Antso), Jimeno (Xemeno), Urraka, Toda (Tota) o Velasco (Belasko/Berasko), similares a los navarros, lo que da cuenta de los nexos culturales que había entre los tres reinos, por lo que la pertenencia de los vascos a Castilla o Aragón no supuso inicialmente ningún impedimento desde el punto de vista lingüístico, cultural o social.

Ojacastro, municipio de La Rioja (España)En Ojacastro (nombre que en documentos históricos estaba escrito como "Oia-castro"(22), Rioja Alta) cercano también, por cierto, al Monasterio de San Millán de la Cogolla, cuna del vasco medieval escrito, en una fazaña o sentencia de los primeros jueces castellanos basados en la costumbre como fuente del derecho, el alcalde manda apresar en el siglo XIII, sobre 1239, a un merino (jefe de la policía o funcionario real) venido de Burgos a participar en un juicio, pues, según los fueros de la villa otorgados por el rey de Castilla, era indispensable saber euskera para ello y el que el merino no supiera hablar vasco era una afrenta a las leyes de la villa. Otros historiadores, en cambio, no interpretan el texto escrito en castellano antiguo de esta manera y consideran que el alcalde de Ojacastro, al exigir que el juicio se hiciera en vasco, ya que los ojacastreños tenían derecho a ello según su fuero, fue encarcelado por el merino enviado por Castilla que desconocía este derecho:

"Esto es por fazanya que el Alcalle de Oia-Castro mandó prendar D. Morial que era Merino de Castiella, porque juzgara que elome de Oia-Castro si le demandase ome de fuera de la Villa o de la Villa, que el recudiese en Bascuence. Et de si sopo Don Morial en verdad, que tal fuero habían los de Oia-Castro, e mandol dexar e dexaronle luego, e que juzgase su fuero" ("Historia de la Legislación y recitaciones del derecho civil en España", Amalio Marichalar y Cayetano Manrique, Madrid 1868)

(22) El topónimo fluvial vasco Oia ("lecho, cauce", en español Oja) dio lugar al topónimo vasco Oiakastro ("castro del Oja", adaptado al español siguiendo la misma estructura gramatical vasca como Ojacastro) y también al actual La Rioja (escrito en el fuero de Miranda de Ebro otorgado por Alfonso VI de Castilla en el año 1099 como Rioga -se pronunciaba rioia-), utilizándose el topónimo Rioja ("río Oja"), inicialmente, en alusión al conjunto geográfico de los pueblos y valles que bañaba este río.

Todas las regiones vascas conservaron los fueros (23) sin los cuales hubiese sido imposible su pertenencia a Castilla. Este reino supo entender el fuerte arraigo foral manteniendo y desarrollando estos fueros para que se siguiesen autogobernando dentro del reino. Era obligación del rey de Castilla que después de su coronación, viniese a cada una de las regiones vascas a jurar acatamiento y respeto a su Fuero.

Casa de Juntas de Gernika (Vizcaya)(23) Sistema foral vasco: el Forua (fóru-á; "el Fuero") es el ordenamiento jurídico por el que se han regido las diferentes regiones vascas. Equivalente a una ley general que envolvía distintas clases de normas y era, al mismo tiempo, ley constitucional y código civil, penal y procesal. Surge originariamente de todo el entramado de usos y costumbres que desde tiempos remotos fueron afianzándose entre los vascos con el paso del tiempo. El Fuero vasco constituye uno de los primeros sistemas políticos democráticos de Europa. Los Biltzar Nagusia (biltsár nagúsi-á; Juntas Generales) o parlamentos de cada uno de las regiones vascas ya en la Edad Media, desarrollaron instrumentos democráticos tales como el Habeas Corpus, la prohibición de tormentos o la Hidalguía Universal (24), mucho antes de que lo hicieran otras instituciones en Europa. En Vizcaya, por ejemplo, a través del Pase Foral quedaba invalidada cualquier resolución del Señor de Vizcaya que fuese contra el Fuero.

(24) Hidalguía Universal: establece la igualdad civil entre vecinos y moradores de la región con consecuencias tan notorias como la prohibición de ser sometido a tortura o a la exención de tributos. Por lo tanto, desaparecía la desigualdad entre señores y vasallos. De igual manera, el servicio militar queda sometido a unos condicionamientos. Los vizcaínos, por ejemplo, estaban obligados a seguir al Señor de Vizcaya hasta el Árbol Malato, sitio en Luyando (frontera de Vizcaya); más allá de este límite, como hombres libres que eran, debían recibir un sueldo.

En 1234, las dinastías vasconas de Navarra mueren con Sancho VII el Fuerte. Este rey batalló victoriosamente en las Navas de Tolosa contra los musulmanes en 1212. Una batalla de la que surgió el mito del origen del actual escudo de Navarra que sustituiría al Arrano Beltza ("águila negra") vascón de la dinastía ximena (25). Tras el fallecimiento de este rey en 1234 la corona pasa a manos de Teobaldo de la familia Champaña.

Actual escudo oficial de Navarra(25) El escudo actual de Navarra: está formado por cadenas de oro sobre fondo rojo, con una esmeralda en el centro de unión de sus ocho brazos de eslabones y, sobre ellas, la corona real, símbolo del antiguo reino de Navarra.

La carencia por parte de los antiguos historiadores de toda la información que disponemos en la actualidad, suplida con mitos existentes en la época, establecía el origen del actual escudo de Navarra en el escudo de armas que el rey navarro Sancho VII el Fuerte adoptó como propio en 1212, tras la victoria de los reyes cristianos de Navarra, Castilla y León, contra las tropas musulmanas, sucedida en las Navas de Tolosa (actual provincia de Jaén, España), dentro de la reconquista de la península. Las cadenas, según esta explicación, representarían a las que rodeaban la tienda del rey moro Miramamolín el Verde y que Sancho el Fuerte rompería con su propia espada. Y la esmeralda central representaría la que el rey moro vencido llevaba sobre su turbante. Este símbolo heráldico personal de Sancho el Fuerte sustituyó al que el mismo rey utilizó hasta entonces, que era el Arrano Beltza (arráno béltsa; águila negra). En 1910 la Diputación El Arrano Beltza en un manuscrito medieval navarroForal aprueba el actual diseño, basado en este mito, como modelo oficial del escudo de Navarra.

Con la documentación que poseemos en la actualidad se percibe claramente que esta explicación no se ajusta a la realidad, dado que el actual escudo no es más que fruto de la asociación del blocado (refuerzo utilizado en los escudos de guerra navarros para que no se rompieran, que posteriormente evolucionaría a una especie de carbunclo) con la estrella vascona utilizada con profusión por los vascos, entre otros en la heráldica y en la ornamentación de catedrales, lo que acabaría convirtiendo este carbunclo en el símbolo más representativo de los navarros y, por tanto, en el escudo del rey Teobaldo II de Navarra y en futuro escudo de los navarros. Una estrella vascona de ocho puntas, que junto con la media luna con los dos extremos hacia abajo y los discos solares como el lauburu, ostentan el ser los símbolos vascones más antiguos.

Estos símbolos se pueden encontrar desde la Edad del Hierro vasca, en el Ídolo de Mikeldi, con su disco solar; pero La estrella y la media luna vasconassobre todo, desde la época romana hasta la actualidad, en estelas mortuorias, monedas (media luna con estrella de las monedas de la Calahorra vascona) y también en escudos heráldicos, tanto familiares como de localidades. Por ejemplo, la estrella vascona está presente en los escudos de las localidades navarras de Estella, del Burgo de San Cernín en Pamplona, Villaba y Lumbier, entre otras muchas localidades vascas.

Desde épocas prerromanas, la media luna y la estrella vasconas, conjuntamente, son representadas, a menudo, en la forma indicada en la imagen, representando, según se cree, la conjunción de la luna y el planeta Artizar (Artísar; Venus en lengua vasca), con lo que el escudo de Navarra podría ser una evolución de la representación del planeta Venus.

El Arrano Beltza o "Águila Negra", según el padre José de Moret Mendi (siglo XVII), jesuita e historiador pamplonés, en su Annales del Reyno de Navarra, fue el símbolo personal de los reyes de Navarra hasta Sancho VII el Fuerte (1194-1234). En torno a este símbolo hay mucha controversia sobre la duración de su utilización, dado que actualmente sólo hay constancia de la utilización de éste en referencias escritas o en sello real durante el reinado de Sancho VII. En el sello de Sancho VI el Sabio, padre de Sancho VII, aparece montando un caballo y El carbunclo en heráldicaportando una espada y un escudo. En este escudo aparece por primera vez el blocado (refuerzo) con forma de estrella al que se le añaden unas esferillas. Al no tener descendencia Sancho VII, el nieto de Sancho VI, Teobaldo I, toma posesión del trono navarro y hace suyo un sello muy similar al de su abuelo con el mismo escudo blocado. Es ya con su sucesor, Teobaldo II de Navarra, que este blocado, siguiendo la heráldica de aquella época, se convierte en un carbunclo con su esmeralda y esferillas en las barretas, convirtiéndose en el sello del rey. Un sello que se convertiría en su escudo y finalmente en el escudo de Navarra.

Este carbunclo inicial con su esmeralda y esferillas evolucionará cerrándose tomando una forma cuadrada. Es ya en el siglo XVI, después de la conquista castellana de Navarra, que las barretas con esferas se convierten en cadenas.

Durante la época de Sancho VII el Fuerte comienzan las principales expediciones navarras, junto con otros reinos europeos, con el objeto de intentar detener la expansión del Islam y recuperar los lugares santos de Israel. La primera, ya citada, de este rey, en 1212, que dio lugar a la batalla de las Navas de Tolosa. La segunda expedición, inmersa en la Sexta Cruzada, fue llevada a cabo por su sucesor Teobaldo I a Tierra Santa (1238-1242), partiendo desde Navarra a París, y de ésta a Marsella, haciéndose posteriormente a la mar, llegando hasta Esmirna (actual Turquía), y, finalmente, hasta Jerusalén. Por último, la expedición navarra (1270) de Teobaldo II, correspondiente a la Octava Cruzada (considerada por algunos historiadores como la séptima), partió en principio, desde Marsella para ir a Siria, en ayuda de lo que quedaba de los estados cruzados de la zona; pero la ruta de esta cruzada se desvió finalmente a Túnez.

Luis IX atacando la fortaleza de Damietta en la desembocadura del Nilo (VII Cruzada)

En función de las diferentes dinastías de origen francés, occitano o gascón que reinaron en Navarra, los territorios de la corona se engrandecerán, en diferentes épocas, con territorios franceses, occitanos y gascones.

Con la dinastía francesa de Champaña la autoridad navarra abarcó los territorios fronterizos con la Lorena, en el noreste de Francia, de Meaux, Provias y Chalons. Con la dinastía francesa de Evreux, los territorios normandos del noroeste de Francia de Mortain, Cherburgo, Beaumont, Eureux, Languerille, Etampes, el territorio de Angulema, en el centro de Francia, Montpellier en el sureste de Francia, y el Béarn, que englobaba la actual región vasca de Sola. Con la dinastía gascón-occitana de Foix-Albret, los territorios gascones de Albret, Pintura del siglo XIV de la iglesia de San Pedro, en Olite (Navarra)la occitana Guyena, que englobaba Limoges y Perigord, el territorio gascón de Bigorra y el territorio occitano de Foix, sobre la actual Andorra.

En 1238-1240 se redacta el Fuero Antiguo de Navarra. Primera constitución escrita del reino.

En 1274 Navarra pasa a depender de la corona francesa a la muerte de Enrique I de Champaña.

En 1328 Navarra se separa de la corona francesa. Juan y Felipe de Evreux, Representación de Enrique IV de Castilla del "Libro de Estampas de los Reyes"serán los reyes de Navarra. Once años después comenzará la Guerra de los Cien Años entre Francia e Inglaterra.

El señor de Vizcaya en 1379, Juan de Haro, se convierte en rey de Castilla. Vizcaya, unida a título personal, conserva su soberanía, como lo demuestra el juramento ritualmente prestado en Gernika por los reyes de Castilla y a su vez señores de Vizcaya.

En 1452 se redacta el Fuero Viejo de Vizcaya, que recopila la legislación vizcaína. Cinco años después es aprobado por Enrique IV de Castilla el Cuaderno de Ordenanzas de la Hermandad de Guipúzcoa. Mientras que en 1463, lo hará Álava, redactándose el capitulado de la Hermandad de Álava.

Se celebra una entrevista entre Luis XI de Francia y Enrique IV de Castilla en 1463, quienes proyectan el reparto de Navarra. En 1483, Catalina de Foix, de la familia Béarn, hereda el reino de Navarra.

En 1514 se redacta el Fuero de Labort, en 1520 el de Sola, y entre 1607 y 1632 el de la Baja Navarra.

 

 

 

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